El mundo cambia aceleradamente y la educación debe adaptarse a los cambios sociales y culturales. Por eso, hoy más que nunca, la comunidad escolar necesita transformarse para ofrecer a los alumnos una educación relevante y de calidad que los forme para el presente y para el futuro: una educación para la vida.

Un estudiante activo es el que se involucra en todas las actividades de aprendizaje (lecturas, discusiones, reflexiones...). Un estudiante activo relaciona su aprendizaje con el mundo, acepta su responsabilidad sobre el aprendizaje, explora, cuestiona, reflexiona, tiene la mente abierta y se interesa por las nuevas ideas.

El profesor empoderado tiene recursos sencillos e innovadores que refuerzan su papel protagonista en el trabajo de clase y garantizan el aprendizaje significativo de los alumnos. Es un educador sensible, inspirado en la cotidianidad, que ve en la diferencia o en la dificultad, la oportunidad de aprender y descubrir a partir de la interacción con sus socios de proyecto: los estudiantes.

La educación del siglo XXI requiere de escuelas inteligentes que se caracterizan por ser reflexivas, sensibles a las necesidades particulares, promueven el uso activo del conocimiento y conocen los progresos relacionados con los procesos de enseñanza y aprendizaje que giran en torno al pensamiento.